FIESTAS ILEGALES
Perspectiva sociológica
Al igual que pasó en otras partes del mundo, la pandemia y las prohibiciones dieron lugar al crecimiento de las fiestas ilegales. Con los medios de comunicación y el Estado poniendo el foco en estos eventos, desde Buenos Aliens encaramos una charla con Francisco Cornejo -sociólogo y amplio conocedor de la escena electrónica global-. Nos planteamos entender que mecanismos se ponen en marcha para que integrantes de la sociedad se hagan parte de estos encuentros.
La existencia de fiestas ilegales es -históricamente- inherente al desarrollo de las escenas electrónicas de cada ciudad. Siendo una alternativa a los espacios legales, en esta pandemia por el COVID-19 se pusieron en el foco de la sociedad ante la inexistencia de las opciones habilitadas formalmente. La ilegalidad, en este contexto, dio espacio a una nueva demonización de la música, dejando varios puntos de análisis.
-¿Qué procesos hacen que una persona decida ir a una fiesta ilegal en un contexto de pandemia?
Bueno, esta es una cuestión extremadamente personal, pues implica intención y opción, pero los riesgos que se ponen en juego no lo son. Estos son compartidos entre todas las personas con quienes se tiene contacto porque el virus depende de nuestros contactos para sobrevivir y diseminarse.
Así que, creo que el elemento más cruel entre todas las situaciones injustas que la pandemia nos presenta, es el hecho de que nos impide ser lo que nos hace más humanos, lo que deseamos y necesitamos ser: entre nosotros. Como animales gregarios, los espacios de sociabilidad son fundamentales para la manutención de nuestros lazos comunales, especialmente en contextos festivos, y es exactamente en los ambientes más propicios para tales actividades que el coronavirus encuentra más oportunidades de contaminación.
En verdad, uno siempre tiene que considerar una amplia gama de responsabilidades en cualquier circunstancia que presuponga espacios comunes de entretenimiento. Esta es la definición misma de 'safe spaces'. Entonces, si realmente piensas en el bienestar de todas las personas que son parte de este momento, considerando el peligro actual, tienes que calcular una cantidad inhumana de factores para efectivamente decidir enfrentarlo.
-¿Cuán necesario es el baile y el ocio para una persona en la sociedad actual?
Las ocasiones festivas son lo que tenemos como principal fuente de entretenimiento musical, donde el propio material está en el centro de las intenciones e intereses ahí movilizados, son esencialmente el más importante punto de fruición estética grupal aparte de los restaurantes, museos y cines, los que supera mucho en términos cuantitativos.
Entonces, clubs y festivales de música proveen las más grandes oportunidades de congregación para el ocio en formas colectivas, por eso son centrales para la manutención de una escena local a través de los lazos (de comunidad, de consumo, de gustos) que son ahí forjados por los visitantes.
Siendo que es por (y también contra) ellos, al fin, que alimentamos nuestros deseos y diseñamos nuestras vidas cotidianas ya que nos dan el necesario contrapunto a las incomodidades de la vida urbana. Desde los 60s el hedonismo es considerado como un antídoto a la existencia inhumana de la ciudad del capital y esos espacios son locales privilegiados para su ejercicio.
-Estamos en un momento en que la línea que se baja desde los Estados y medios de comunicación pone el foco en generar miedo y alerta ¿Cuál es el rol de los medios en ese sentido?
Soy muy crítico del papel que desempeñan los medios -especialmente los de gran circulación- en la conducción del interés público en los asuntos primordiales surgidos en esta situación sin precedentes que enfrentamos ahora. La pandemia probó contundentemente que la institución que tenemos como central en la estructuración de una esfera pública en que información y conocimiento sean diseminados entre la población no está apta a mediar o siquiera interpretar los datos que la ciencia produce y son de interés público.
La cantidad de equívocos y distorsiones propagadas por los grandes medios en todas partes del mundo, en algunas ocasiones acerca de cuestiones importantísimas para la supervivencia de los ciudadanos o mismo centrales para la manutención de un mínimo de cohesión social o entendimiento de temas científicos básicos son de hecho preocupantes, desde medias verdades o la promoción de ideas peligrosas.
En lo que toca a nuestra cultura, o cualquiera de las subculturas musicales independientes que nacieron en nuestra época, siempre fue tratada como una amenaza en sus estadios iniciales: sea el rock como un riesgo a los valores cristianos, el house y techno como la banda sonora para la degeneración sexual y el consumo desenfrenado de drogas... Esos mitos estigmatizantes son apenas parte de un vasto repertorio de modos por los cuales los medios de comunicación trataron de crear pánico social alrededor de nuevas tendencias en el comportamiento de la juventud, y ahora con una cierta contribución de miembros irresponsables de nuestras escenas, tienen el asunto perfecto para instigar esos sentimientos una vez más.
Claro que, nadie les niega el derecho de que se sientan angustiados por no poder aprovechar estos momentos, especialmente ahora que son tan necesarios para cuidar de nuestra sanidad, y cada una de las personas que son parte de este universo musical que tanto amamos también se siente así, pero no es poniendo en riesgo la salud y las vidas ajenas que vamos a conquistar algo.
-¿Crees que dejaría de existir el deseo de participar en fiestas ilegales si las mismas no fueran perseguidas?
Creo que no habría mucha diferencia en la concurrencia de público si las condiciones fueran distintas. Históricamente, la ilegalidad de las fiestas siempre partió de una carencia de oportunidades oficiales de entretenimiento, y no de un sentimiento romántico colectivo de desafiar al Estado a través de las fiestas.
Claro que este torna en una fase pública de los móviles que ponen las personas hacía alternativas culturales cuando las ofertas son escasas, y aquí surgen los movimientos como el que renovó a la vida nocturna de ciudades como São paulo, pero no la precede. Ya pasamos la fase de búsqueda activa por pánicos sociales y tampoco las circunstancias lo permiten.
Entrevista: Damián Levensohn
Foto: misionescuatro.com
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